“Por categoría, era maestro de sobra, pero no obraba como tal, era la persona más sencilla que pueda haber”, recuerda el pintor Pedro Serna. Hoy se cumplen dos años de la muerte de Ramón Gaya, y sus amigos, ésos que fueron conscientes de que cada minuto al lado del maestro era un regalo, recuerdan con agradecimiento y cariño lo aprendido y disfrutado junto a él.
Manuel Fernández-Delgado, director del Museo Gaya –en Murcia– desde su creación en 1990, asegura que siguen “trabajando con las ideas estéticas de Ramón, pero sin él. Se nota su ausencia personal, pero no la estética”. Fernández-Delgado, entonces al frente de la galería Chys, conoció al pintor en 1974.
“Él estaba comprando prensa en La Covachuela, yo me acerqué y le regalé un libro de artistas murcianos. Le dije que me gustaría hablar con él, preguntarle algunas cosas… Eran las once de la mañana, y estuvimos juntos hasta las siete de la tarde”, recuerda. Antes de eso, el galerista había organizado en la sala una muestra colectiva y había tratado, infructuosamente, de dar con el artista, que vivía en Roma, después de que Molina Sánchez le hablara de él.
El director de la institución rememora que desde entonces hicieron “juntos diez exposiciones en Chys; un grupo de gente propusimos que fuera nombrado Hijo Predilecto de Murcia, y más tarde, la creación de un Museo, para el que él propuso que yo fuera el director”.
El poeta Eloy Sánchez Rosillo tendría que esperar hasta 1979 para conocerle: “Fue en primavera, me lo presentó un amigo común, el poeta José Rubio. Nos invitó a los toros, y después estuvimos cenando y charlando”. El escritor explica que “fue una amistad no sólo de muchos años, sino que para mí fue una maravilla. Sobre todo fue un creador altísimo, pero también como persona y amigo era siempre un ser excepcional, sorprendente y maravilloso”. En opinión de Sánchez Rosillo, “su vida fue absolutamente plena y redonda, pocas cosas le quedarían por hacer que tuviera en el horizonte, porque además de intensa, su vida fue larga –falleció a los 95 años–”.
Apasionado por la vida
Otro escritor murciano, Pedro García Montalvo, contactó con Gaya en 1980, a raíz del homenaje que se hizo al pintor en Murcia. “Ha sido entre los contemporáneos, junto con Miguel Espinosa, una de esas personas que me han hecho ser como soy como escritor, pero sobre todo como persona”, asegura. “En sus libros me he encontrado explicado prácticamente todo lo que necesitaba para ponerme a crear”, prosigue, y subraya que para él “ha sido uno de los cuatro o cinco mayores escritores del siglo XX español”.
Pedro Serna accedió a Gaya en 1978. “Yo exponía en Chys, y coincidió que Gaya estaba en Murcia y fue a ver la muestra. Le interesó mucho, y le comentó a Fernández-Delgado que tenía interés en conocerme. A partir de ahí salimos a pintar juntos –a la Huerta, pero también a Italia y Francia–, y tuvimos una gran relación y una gran amistad. Fue un creador con letras mayúsculas”.
El pintor recuerda que Gaya “cada día encontraba algo nuevo en la vida”, algo en lo que coincide Fernández-Delgado: “En uno de sus últimos viajes a Murcia, estábamos en la puerta del Museo y me dijo que quería ir a ver las flores de los quioscos. Era así, disfrutaba con un tomate, con un árbol en flor…”. Y recuerda que “tuvo una primera parte de su vida dificilísima y trágica, pero después disfrutó muchísimo con su ciudad y con las cosas de su ciudad”. Ahora es Murcia, gracias al Museo y a su recuerdo, quien le disfruta.
Música en el Museo para recordar al pintor
La música era otra de las pasiones de Ramón Gaya, por lo que cada 10 de octubre, fecha de su nacimiento y de la inauguración del Museo, éste organiza un concierto. Un evento al que él casi siempre asistió, y que hoy, esta vez por el aniversario de su muerte, se repetirá a partir de las 20:00 horas con el Dúo Klimt. Acudirá su viuda, Isabel Verdejo.
Manuel Fernández-Delgado, director del Museo Gaya –en Murcia– desde su creación en 1990, asegura que siguen “trabajando con las ideas estéticas de Ramón, pero sin él. Se nota su ausencia personal, pero no la estética”. Fernández-Delgado, entonces al frente de la galería Chys, conoció al pintor en 1974.
“Él estaba comprando prensa en La Covachuela, yo me acerqué y le regalé un libro de artistas murcianos. Le dije que me gustaría hablar con él, preguntarle algunas cosas… Eran las once de la mañana, y estuvimos juntos hasta las siete de la tarde”, recuerda. Antes de eso, el galerista había organizado en la sala una muestra colectiva y había tratado, infructuosamente, de dar con el artista, que vivía en Roma, después de que Molina Sánchez le hablara de él.
El director de la institución rememora que desde entonces hicieron “juntos diez exposiciones en Chys; un grupo de gente propusimos que fuera nombrado Hijo Predilecto de Murcia, y más tarde, la creación de un Museo, para el que él propuso que yo fuera el director”.
El poeta Eloy Sánchez Rosillo tendría que esperar hasta 1979 para conocerle: “Fue en primavera, me lo presentó un amigo común, el poeta José Rubio. Nos invitó a los toros, y después estuvimos cenando y charlando”. El escritor explica que “fue una amistad no sólo de muchos años, sino que para mí fue una maravilla. Sobre todo fue un creador altísimo, pero también como persona y amigo era siempre un ser excepcional, sorprendente y maravilloso”. En opinión de Sánchez Rosillo, “su vida fue absolutamente plena y redonda, pocas cosas le quedarían por hacer que tuviera en el horizonte, porque además de intensa, su vida fue larga –falleció a los 95 años–”.
Apasionado por la vida
Otro escritor murciano, Pedro García Montalvo, contactó con Gaya en 1980, a raíz del homenaje que se hizo al pintor en Murcia. “Ha sido entre los contemporáneos, junto con Miguel Espinosa, una de esas personas que me han hecho ser como soy como escritor, pero sobre todo como persona”, asegura. “En sus libros me he encontrado explicado prácticamente todo lo que necesitaba para ponerme a crear”, prosigue, y subraya que para él “ha sido uno de los cuatro o cinco mayores escritores del siglo XX español”.
Pedro Serna accedió a Gaya en 1978. “Yo exponía en Chys, y coincidió que Gaya estaba en Murcia y fue a ver la muestra. Le interesó mucho, y le comentó a Fernández-Delgado que tenía interés en conocerme. A partir de ahí salimos a pintar juntos –a la Huerta, pero también a Italia y Francia–, y tuvimos una gran relación y una gran amistad. Fue un creador con letras mayúsculas”.
El pintor recuerda que Gaya “cada día encontraba algo nuevo en la vida”, algo en lo que coincide Fernández-Delgado: “En uno de sus últimos viajes a Murcia, estábamos en la puerta del Museo y me dijo que quería ir a ver las flores de los quioscos. Era así, disfrutaba con un tomate, con un árbol en flor…”. Y recuerda que “tuvo una primera parte de su vida dificilísima y trágica, pero después disfrutó muchísimo con su ciudad y con las cosas de su ciudad”. Ahora es Murcia, gracias al Museo y a su recuerdo, quien le disfruta.
Música en el Museo para recordar al pintor
La música era otra de las pasiones de Ramón Gaya, por lo que cada 10 de octubre, fecha de su nacimiento y de la inauguración del Museo, éste organiza un concierto. Un evento al que él casi siempre asistió, y que hoy, esta vez por el aniversario de su muerte, se repetirá a partir de las 20:00 horas con el Dúo Klimt. Acudirá su viuda, Isabel Verdejo.
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