Parece claro a estas alturas que las elecciones generales del próximo 9 de marzo, cualquiera que sea su vencedor, van a configurar de nuevo un parlamento atípico en nuestro entorno europeo. En los países con los que deseamos compararnos suele haber un gobierno monocolor o, más frecuentemente, un gobierno de coalición entre fuerzas políticas de ámbito nacional. Esta segunda opción es, a juicio de los principales politólogos, la que confiere una mayor estabilidad al sistema y un protagonismo más amplio al parlamento, y la que ofrece a la sociedad una sensación de mayor legitimadad de la acción de gobierno. Estos gobiernos de coalición se producen generalmente mediante el concurso de una fuerza mayoritaria y una fuerza política más pequeña que actúa como llave de la gobernabilidad y que generalmente es un partido situado en el centro político, es decir, un partido liberal y moderadamente reformista que pese a su menor tamaño suele ser una columna imprescindible en el edificio institucional.
Nuestro parlamento, y muy especialmente el Congreso de los Diputados, se sale de este marco tan asentado en la realidad democrática de Europa occidental porque, al no haber tal partido de centro, su función completadora de mayorías y facilitadora del gobierno queda en manos de todo tipo de fuerzas políticas periféricas en lo ideológico o en sus aspiraciones territoriales. La última legislatura de Felipe González y la primera de Aznar y Zapatero se han visto condicionadas por esta realidad, y todo parece indicar que a partir del 9 de marzo seguiremos igual.
En los países con los que deseamos compararnos suele haber un gobierno monocolor o, más frecuentemente, un gobierno de coalición entre fuerzas políticas Y sin embargo, el centro político es consustancial a nuestra democracia, que no habría sido posible sin la UCD o sin la figura de Adolfo Suárez. El liberalismo español nació en las Cortes de Cádiz, donde por primera vez se utilizó este término para designar una corriente de pensamiento político, extendiéndose después a los demás idiomas y países. Hoy parece agotado el modelo de bipartidismo imperfecto al que desde hace quince años nos tienen condenados los populares y socialistas, que hicieron todo lo posible por hundir al CDS y por evitar después el surgimiento de un nuevo partido de centro liberal en nuestro país. Sin embargo, un partido así es cada vez más necesario para facilitar el acceso al poder, moderar posiciones extremas y evitar que la gobernabilidad quede en manos de partidos periféricos.
El pasado 21 de enero se clausuró en Madrid el congreso de la nueva fuerza política que ha emergido en ese espacio, el Centro Democrático Liberal. El CDL ya ha logrado una cierta presencia en ayuntamientos de toda España. Este nuevo partido cuenta con la vanguardia en ideas y propuestas que aportan pesos pesados del liberalismo español como Manuel Muñiz, y con la capacidad de liderazgo y organización de su presidente, el ex diputado centrista Manuel Alonso, uno de los más hábiles estrategas de la acción política en nuestro país. A partir del 9 de marzo, al CDL le esperan cuatro años de dura ’travesía del desierto’, la enésima que realiza en España el centro político. Quizá esta vez sea la definitiva, porque un sector suficiente de la sociedad española empieza a estar cansado de un bipartidismo que no le representa, y vuelve a reclamar una opción intermedia pero innovadora y capaz de impulsar la regeneración del proyecto democrático común que nos dimos en 1978.
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Juan Pina. Escritor, político y periodista. Fue director de la desaparecida revista Perfiles Liberales (Perfiles del siglo XXI en su posterior versión digital) entre 1999 y 2003. Se desempeñó como consultor en planificación financiera internacional entre 2002 y 2004, y es consultor en IT y contenido web desde 2004. Fue vicepresidente del Movimiento de Juventudes Liberales de la Unión Europea (LYMEC) de 1990 a 1992, vicepresidente de la Federación Internacional de Juventudes Liberales (IFLRY) de 1991 a 1997 y vicepresidente de la Internacional Liberal de 1997 a 2002. Su novela Los guardianes del tiempo fue publicada recientemente por ViaMagna. Reside en España.
Nuestro parlamento, y muy especialmente el Congreso de los Diputados, se sale de este marco tan asentado en la realidad democrática de Europa occidental porque, al no haber tal partido de centro, su función completadora de mayorías y facilitadora del gobierno queda en manos de todo tipo de fuerzas políticas periféricas en lo ideológico o en sus aspiraciones territoriales. La última legislatura de Felipe González y la primera de Aznar y Zapatero se han visto condicionadas por esta realidad, y todo parece indicar que a partir del 9 de marzo seguiremos igual.
En los países con los que deseamos compararnos suele haber un gobierno monocolor o, más frecuentemente, un gobierno de coalición entre fuerzas políticas Y sin embargo, el centro político es consustancial a nuestra democracia, que no habría sido posible sin la UCD o sin la figura de Adolfo Suárez. El liberalismo español nació en las Cortes de Cádiz, donde por primera vez se utilizó este término para designar una corriente de pensamiento político, extendiéndose después a los demás idiomas y países. Hoy parece agotado el modelo de bipartidismo imperfecto al que desde hace quince años nos tienen condenados los populares y socialistas, que hicieron todo lo posible por hundir al CDS y por evitar después el surgimiento de un nuevo partido de centro liberal en nuestro país. Sin embargo, un partido así es cada vez más necesario para facilitar el acceso al poder, moderar posiciones extremas y evitar que la gobernabilidad quede en manos de partidos periféricos.
El pasado 21 de enero se clausuró en Madrid el congreso de la nueva fuerza política que ha emergido en ese espacio, el Centro Democrático Liberal. El CDL ya ha logrado una cierta presencia en ayuntamientos de toda España. Este nuevo partido cuenta con la vanguardia en ideas y propuestas que aportan pesos pesados del liberalismo español como Manuel Muñiz, y con la capacidad de liderazgo y organización de su presidente, el ex diputado centrista Manuel Alonso, uno de los más hábiles estrategas de la acción política en nuestro país. A partir del 9 de marzo, al CDL le esperan cuatro años de dura ’travesía del desierto’, la enésima que realiza en España el centro político. Quizá esta vez sea la definitiva, porque un sector suficiente de la sociedad española empieza a estar cansado de un bipartidismo que no le representa, y vuelve a reclamar una opción intermedia pero innovadora y capaz de impulsar la regeneración del proyecto democrático común que nos dimos en 1978.
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Juan Pina. Escritor, político y periodista. Fue director de la desaparecida revista Perfiles Liberales (Perfiles del siglo XXI en su posterior versión digital) entre 1999 y 2003. Se desempeñó como consultor en planificación financiera internacional entre 2002 y 2004, y es consultor en IT y contenido web desde 2004. Fue vicepresidente del Movimiento de Juventudes Liberales de la Unión Europea (LYMEC) de 1990 a 1992, vicepresidente de la Federación Internacional de Juventudes Liberales (IFLRY) de 1991 a 1997 y vicepresidente de la Internacional Liberal de 1997 a 2002. Su novela Los guardianes del tiempo fue publicada recientemente por ViaMagna. Reside en España.
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